viernes, 12 de marzo de 2010

La espada y la palabra

No hay en este mundo cosa más sutil que la bofetada con guante blanco, el desprecio con estilo, la cuchillada certera.

Cuando uno conoce el poder de la palabra, su posibilidad última, la extensión significativa de un semantema, se erige el escritor como experimentado envenador, como sofisticado perillán y como grácil trilero en traje de prestidigitador. La palabra precisa, entonces, es estocada ponzoñosa, es ágil truco de naipes y es el furtivo y doloroso corte del papel rasgando la carne sin que podamos distinguir cuál de entre todas las hojas del libro trocóse en cuchilla de barbero.

En palabras de Emily Dickinson:


Hay una palabra
que lleva espada
puede atravesar a un hombre armado-
lanza sus sílabas punzantes
y enmudece de nuevo-
[...]